
Un reino prohibido |
Nada es demasiado agotador para llegar al Mustang. No importan las ampollas que se encajan en la piel y en los ojos, el viento que cala y el sol que arde, un árido marco resplandece dando luz al ancestral ciudad prohibida Mustang cuya extensión es fácil de descubrir. Todo cobra sentido al entrar en el reino. |
![]() Los niños corren llevando consigo semanas o meses de polvo que eventualmente se quitan en el riachuelo que cruza a la ciudad. Enlaces patrocinados: |
![]() Fue hasta 1992 que el gobierno de Nepal permitió el acceso a la zona, limitando el número de turistas a 350 al año. ¿Tan pocos? O tantos. Cuestión de enfoques pues el hombre “moderno” no cabe allí, el turista de los souvenirs no hallará malls. |
![]() Mustang es igual a las calles angostas adornadas con pequeñas gompas, ofrendas hechas con cabezas y cuernos de búfalo que evitan el mal de ojo y la presencia de los malos espíritus, coloridas ventanas y puertas pequeñas, monasterios ancestrales que cuidan mandalas (pinturas sagradas) e imágenes de buda y un palacio Real, cuya edad se deja ver en cada hueco. |