La leyenda cuenta que Tonacatacuhtli y su esposa Tonacacíhuatl (Señores de la Vida) procrearon cuatro hijos: Tezcatlipoca (Señor de la Noche), que simbolizaba el color negro, el cielo nocturno y el Norte; Camaxtle (Señor de la Caza y la Guerra), que simbolizaba el rojo y el Este; Quetzalcóatl (Serpiente Emplumada), de color blanco, dios del arte y de la vida y símbolo del Oeste, y por último; Huitzilopochtli (Colibrí Zurdo), representante del color azul, del cielo diurno y del Sur.
Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, opinó al respecto: "Si queremos crear un mundo allí abajo debemos poblarlo con seres vivos, proveerles lo básico y permitir que tengan comunicación con nuestro mundo superior".
Ambos entraron en disputa, pues Tezcatlipoca no pensaba en la felicidad de los seres creados, sino únicamente en la suya propia; él sólo estaba interesado en aumentar su poder.
Mientras Camaxtle oía la discusión, Huitzilopochtli creyó conveniente dar su opinión: "De nada sirven las palabras sino se acompañan de acciones. ¡Vamos a trabajar!".
Así, los hermanos crearon la Tierra, los cielos, el agua y el infierno, y para cada una de estas regiones nombraron un dios o una pareja para que reinase en ellos. Pero Huitzilopochtli opinó que los seres creados no podían disponer tan sólo de hogueras para alumbrarse, sino que les haría falta un Sol. Todos estuvieron de acuerdo y Tezcatlipoca, quien casi siempre solía hacer valer su voluntad, señaló que él se transformaría en ese Sol.
Así dio inicio la primera etapa del mundo. Este primer Sol se llamó Chalchiuhtonatiuh, y tuvo una duración de 676 años. Los cuatro hermanos hicieron a los gigantes, que arrancaban los frutos de los árboles para procurarse alimento sin ninguna dificultad, aunque la verdad es que eran bastante torpes, tanto que si se caían eran incapaces de levantarse. Quetzalcóatl no quedó satisfecho y de un bastonazo derribó del cielo a Tezcatlipoca. Éste cayó de cabeza al agua, de la que luego salió convertido en un jaguar furioso que devoró a todos los gigantes. De este modo, la Tierra quedó despoblada y sin un Sol que le diese luz, absolutamente oscura.
Quetzalcóatl decidió que aquello no podía quedar así y se convirtió en el segundo Sol, llamado Sol de Viento, que duró otros 676 años. Los hombres aparecieron en el mundo, pero Tezcatlipoca, convertido en jaguar, se vengó de su hermano y lo derribó de un zarpazo. Al caer el Sol de Viento se alzó un vendaval que acabó arrasando árboles y hombres, aunque algunos de estos últimos quedaron flotando en el aire y se convirtieron en simios.
Tláloc (Néctar de la Tierra) dios de la lluvia, acudió para tomar la forma del tercer Sol, que se llamó Sol dé Lluvia. Duró 346 años y Quetzalcóatl se encargó de acabar con él. Hizo que lloviera fuego sobre los nuevos habitantes de la Tierra y sólo algunos lograron sobrevivir convertidos en aves.
El mismo Quetzalcóatl nombró cuarto Sol a la diosa del mar y de los lagos, Chalchiuhtlicue (La de la Falda de Jade), esposa de Tláloc. Duró 312 años y se denominó Sol de Agua. Pero Tezcatlipoca hizo que cayesen inmensas lluvias que inundaron toda la tierra. Los hombres creados por el cuarto Sol murieron ahogados, excepto algunos que sc convirtieron en peces. Además, el ciclo cayó sobre la Tierra y los cuatro hermanos tuvieron que emplear todas sus energías para lograr levantarlo.
Después de los cuatro intentos fracasados para crear al hombre, y sin disponer de más recursos, ya no sabían qué hacer. Entonces, Quetzalcóatl propuso lo siguiente: "Sólo podemos encontrar restos de los hombres en Mictlán, la Región de los Muertos. Es necesario traer cenizas y algún hueso, convertirlo todo en polvo y posteriormente crear una masa para formar una nueva especie de hombres".
Pero, como dijo Carnaxtie, no sería sencillo que alguno de ellos quisiera bajar hasta lo más profundo de los infiernos. El mismo, de carácter tranquilo, no estaba dispuesto a encabezarla misión.
Tezcatlipoca no estaba dispuesto a fatigarse por una raza inferior. Huitzilopochtli, ansioso de gloria, no creía que pudiera sacar ningún beneficio de una misión tan triste.
En este caso fue Quetzalcóatl quien tomó la iniciativa. Descendió a los infiernos para visitar al dios Mictlantecuhtli (Señor de los Muertos), quien le obsequió una considerable cantidad de ceniza y un hueso que había pertenecido a los primeros moradores de la tierra; era el hueso de un gigante.
Pero la cosa no iba a ser tan sencilla. Justo cuando Quetzalcóatl había partido, feliz con su hueso, un inmenso amor por el hueso regalado nació Mictlantecuhtli y quiso recuperarlo.
Mictlantecuhtli corrió tras Quetzalcóatl mientras le gritaba:"¡Devuélveme mi hueso!" Serpiente Emplumada logró dejar atrás a su perseguidor, pero en su huida tropezó, cayó al suelo y el hueso se partió en dos. Por esa razón es que el hombre actualmente no tiene la estatura de un gigante, sino simplemente la que la mayoría de nosotros comúnmente tenemos.
WOAAAUU que bonito jajajajaja