Todo empezó en el momento que los dioses mexicas otorgaron al hombre todo tipo de frutos y les revelaron las destrezas para poder cosecharlos por su propia cuenta, los dioses notaron que aquello no era bastante para los habitantes del mundo. No les alcanzaría para lograr ser felices y pensaron que era indispensable crear algo más, ese algo seria lo que les provocaría alegría, que los indujera al canto y que avivara su entusiasmo.
El Señor de los Vientos Ehécatl se acordó que conoció en un lugar alejado a la diosa agrícola Meyahuel o Fuente Sagrada, diosa de una belleza inigualable y de asombrosa inteligencia. De manera, que inmediatamente se puso en camino para solicitarle un buen consejo.
Tzitzimitl prohibió a las doncellas, todas las hermanas, que sin su consentimiento salieran hacia algún lugar. En caso de no acatar esa orden, les quitaría su vida.
Ehécatl llegó en el momento en que todas dormían y despertó a Meyahuel con todo el silencio posible. La condujo a un lugar seguro y le expuso las razones de su visita. La preciosa diosa se mostró estar de acuerdo en unir sus poderes a los del Señor de los Vientos para lograr la felicidad de los seres humanos e inmediatamente, ellos dos se encaminaron al mundo.
Posteriormente al concluir su viaje, e instantáneamente cuando los pies de ambos dioses pisaron la Tierra, se transformaron en un bonito y robusto árbol dos grandes ramas se abría de la siguiente forma: Ehécatl fue Qietzalhuexotl, o también conocido como Sauce Precioso y la de Meyahuel, Xochicuahuitl también conocido como el Árbol Florido.
Todo estaba saliendo muy bien, a no ser debido a la anciana custodia, que cuando se despertó, buscó a Meyahuel, y viendo que no estaba allí se puso rabiosa. Reunió todas sus nietas para que le ayudaran a buscar a Meyahuel, y cuando pisaron la tierra que estaba cerca del hermoso árbol, se rompió el árbol y las dos ramas quedaron separadas.
Tzitzimitl se dio cuenta que una de esas ramos era la doncella fugada y, recurriendo a sus habilidades mágicas, le regresó a su forma original, para vengarse con toda su ira, la despedazó y repartió sus pedazos entre las hermanas diablesas para que se los comieran completamente.
Cuando las diosas malvadas se fueron, Ehécatl recuperó su forma original y, se entristeció mucho, alzo los huesos de la preciosa Meyahuel que se encontraban tirados por el suelo y los sepultó en un campo alrededor.
En poco tiempo, los huesos que él enterró nació una bella planta dotada de muchas hojas puntiagudas, de la cual, haciendo cortes en su tronco, mana un agua dulce que, al fermentarse, se convierte en el pulque.
Fue de esta forma que alcanzaron su propósito que ellos se habían propuesto cuando se juntaron, cuando decidieron unir sus poderes: proporcionar algo que alegre a los corazones y los haga estar felices a los hombres, crearon el maguey y el pulque de este sale.