Se refiere a aquellos lamentables fiascos que producen congoja, pero que al paso del tiempo sanan sin dejar huella alguna, al menos memorable.
Este tipo de desilusiones se distinguen por la rapidez con que llegan, permanecen un momento y después se alejan sin dejar ningún rastro posible.
Y es que lo que parecía tan idóneo, de ensueño, e incluso irrealizable, finalmente da a conocer su verdadera naturaleza: perenne, es decir, tiende a marchitarse antes de nacer.
Es previsible una situación así, debido a que lo que fácilmente llega, de igual modo se marcha, la diferencia entre desilusionarse, y simplemente observar, depende de abrir los ojos y aceptar que no se trata de un sueño, sino que es una realidad que un día, tarde o temprano será despertado, y si se ha optado por tomarlo al pie de la letra, entonces hay un riesgo de resultar lastimado.
Consideraciones de las desilusiones pasajeras de la vida:
• Aparecen como una solución a problemas circunstanciales.
• Pretenden ser tomados en serio como si ya tuvieran tiempo de ser conocidos, no obstante tener muy poco tiempo en la vida de una persona.
• Proyectan sensibilidad, ternura, belleza y hasta esperanza, pero solo basta un motivo por demás insignificante para darse cuenta dicha ilusión se ha perdido.
• Aquí es donde la ilusión es rota, se siente usada, burlada y abandonada, es entonces que inicia un proceso de depresión, que bien puede disiparse a lo largo de los días o concluir de manera trágica.
• La depresión no debe ser tomada a la ligera, se debe consultar a un especialista, quien iniciara un tratamiento encaminado a superar diversos problemas.
• También se debe utilizar el sentido común para aceptar algo que a todas luces resultaba difícil de sobrellevar más tiempo.
• Afortunadamente su naturaleza perenne hará que al cabo de algunos días desaparezca.