En la cima de la sierra despunta la torre de la catedral de Albarracín una ciudad medieval que la actualidad ha esperado incluso en las nuevas construcciones. La tierra se confunde con las casas y su muralla parece terminar en el cielo.


Que se debe de ver


Catedral.
Edificio del siglo XVI con una sola nave y capillas laterales. La torre es posterior, de 1595, y se alzó una vez estuvo terminado el templo.


Museo de la catedral.
Es casi imprescindible visitarlo, ya que contiene una excelente colección de tapices flamencos que datan de la segunda mitad del siglo XVI.

Casonas
Algunas casas construidas en la época del esplendor económico de Albarracín merecen la visita.


Plaza Mayor
Hasta el siglo XI aquí estaba el foso de la muralla, que desaparecía con la ampliación de la villa en la época de Ibn Racin. Toda la plaza es un buen ejemplo de arquitectura popular, pero destaca el ayuntamiento, del siglo XVI, alzado sobre soportales y con dos alas laterales.


Comida
Esta es una tierra de caza, pesca y buena ganadería. Las carnes son excelentes y en pescados reina la trucha. Además, algunos productos de la tierra son apreciadísimos. La borraja es uno de ellos.

Esta verdura, que prácticamente solo es conocida en Aragón, Navarra y La Rioja, se toma sola o con patatas con ajo, si bien en la sierra es típica cocinarla con salsa de almendras y quizá también con pedazos de jamón.

Otra verdura apreciada es el cardo más difícil de cocinar de lo que parece y los bisaltos, guisantes cocinados con su vaina.


En la sierra todavía es posible encontrar las gachas
En cuanto a la caza, el jabalí y el venado presiden la mesa. Con el jabalí se hacen las famosas cecinas, aunque son mucho más conocidas las de vaca, toro y oveja. En la sierra, debe probarse, ineludiblemente y sin excusa, el guisado de venado. Y por supuesto, el ternasco, el cordero de menos de 3 años, sigue la fama de todo Aragón, y el jamón de Teruel goza de una fama bien ganada.