Fábula del hombre avaro que perdió su tesoro

Hubo un hombre muy rico pero también muy avaro, cansado de que la gente se acercara a pedirle dinero y favores, se decidió vender todo lo que tenía y convertirlo en oro. Puso todo el oro en un cofre, y fue a buscar un lugar que él consideraba secreto al lado del tronco de un gran árbol y lo enterró.


Fábula avariento envidioso

Fábula avariento envidioso
Todos los días el hombre avaro iba a visitar su tesoro. Se sentaba cómodamente a la sombra del árbol y se sentía feliz pensando en todas las monedas de oro y las joyas que tenía enterradas y bien guardadas.


Pero, cierto día, lo fue siguiendo un hombre y escuchó cómo el avaro, hablando solo, alababa el tesoro que tenía escondido y daba palmaditas en la tierra de pura felicidad como señalando el lugar en donde estaba enterrada su fortuna.


Cuando el avaro se fue, el hombre desenterró el tesoro y se lo llevó. Al día siguiente, el avaro no encontró nada de tesoro, solo un hoyo bajo el árbol. Estaba abatido, lloraba y se jalaba los cabellos, gritaba y se daba golpes, no sabía qué hacer.


En aquel momento, un amigo que lo vio en ese estado tan desesperado, le dijo: Búscate una piedra y la entierras allí mismo. Imagínate que es tu tesoro lleno de oro y joyas y la vienes a visitar todos los días. Te será igual como el oro que tenías guardado y no usabas nunca.


Moraleja:
"¿De qué te sirve tener alguna cosa si no se disfruta en ningún momento?"

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