Un celemín de trigo pidió a la oveja el ciervo, y le decía:
Si es que usted de mi paga desconfía, a presentar me obligo un fiador desde luego que no dará lugar a tener queja.
¿Y quién es ése?
Es un lobo abandonado, llano y lego
¿Un lobo?, ¡ya! Más hallo un embarazo:
Si no tenéis más fincas que él sus dientes y tú los pies para escapar valiente, ¿A quién acudiré, cumplido el plazo?
"Si quien es el que pide y sus fiadores antes de dar prestado se examina, será menor, sin otra medicina, la peste de los malos pagadores"