Jugar es una actividad que no se puede dejar de lado porque libera y nos activa física y mentalmente: además, ayuda a relacionarnos mejor rompiendo la rigidez solemnidad.
Existe una gama de deportes que producen diferentes estados emocionales. Para los más intrépidos se encuentran los de alto riesgo que desafían al peligro y buscan controlar al miedo.
El aumento del ritmo cardiaco y la tensión muscular invita a muchos de sus practicantes a volverse "adictos" a la adrenalina.
Para los que buscan algo mas relajado, cualquier actividad física despierta a las endorfinas y las acompaña con una sensación de mayor fuerza e inmunidad contra el dolor.
Los estados placenteros que dejan estas actividades son una vacuna eficiente para evitar enfermedades, pues refuerzan al sistema inmunológico. En las personas que continuamente se encuentran estresadas se liberan hormonas como epinefrína, adrenalina, cortisol y prolactina.
Cada una impacta a las células inmunológicas disminuyendo su capacidad para defendernos contra infecciones y enfermedades, pero cuando se evita la tensión y se procura una mayor calma, los niveles altos de estas sustancias disminuyen y se equilibran.
Jugar es recomendable a los jóvenes
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