Una muchacha muy feliz caminaba con un cántaro de leche para vender en el mercado de su pueblo. Y mientras iba caminando, comenzó a sacar cuentas y soñaba:
Con el dinero que gane de la leche me podre comprar una cesta de huevos. Los huevos los pondré a incubar y entonces tendré cuatro docenas de pollos.
Los pollos crecen rápido y los venderé. Con ese dinero ganado me compraré un pequeño cerdito. Le voy a dar de comer muy bien, se pondrá gordo y muy rosado. Podre venderlo y me compraré... ¡una ternera!
Venderé la ternera y me podre comprar un hermoso vestido de mis colores favoritos con el que iré a pasear al pueblo y todos los muchachos me mirarán y querrán que yo sea su novia. Y yo moveré la cabeza muy orgullosa. Así."
Y la lechera meneó la cabeza, así, y el cántaro de leche brincó y se destrozó.
Adiós, leche hasta la vista huevos, hasta luego pollos, adiós cerdo y... adiós ternera, pensó, muy triste, la lechera.
Moraleja:
Fábula de la lechera y el cántaro de Samaniego
"No te precipites a contar los pollos antes de que estos hayan nacido, debes trabajar y ser paciente"
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Fábula de la lechera y el cántaro de Samaniego