Un hombre que en el bosque se miraba con un hacha sin mango, suplicaba a los árboles diesen la madera que más sólida fuera.
Para hacerle uno fuerte y muy durable.
Y a los árboles todos recorría, y mientras los mejores elegía, dijo la triste Encina al Fresno:
"¡Amigo, infeliz del que ayuda a su enemigo!"