Fábula de Esopo del hombre, su hijo y el burro

En cierta ocasión un hombre andaba de viaje con su hijo y su burro. El niño iba montado en el burro y el padre caminaba junto a él. Al cruzar por un pueblo. La gente los miraba y decía: ¿han visto? ¿Cómo puede ser? El hijo, un joven y fuerte va montado en el burro y su padre, ya viejo, debe caminar. Cuando oyó esto el hombre, bajó a su hijo, se montó él en el burro y continuaron su camino.


Al pasa por otro pueblo. La gente también los miraba y hablaba así:

¡Como puede ser! El hombre va montado en el burro sin consideración y permite que su hijo pequeño corra y se canse a su lado.

Entonces el padre cuando escuchó esto, se bajó del burro y en esta ocasión siguieron caminando ambos a pie y jalando al burro de las riendas.


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Nuevamente cruzaron otro pueblo. La gente los miraba y decía: ¡Qué tontos los dos! Tienen un burro y van a pie. Al escuchar lo que decía la gente, el hombre se montó en el burro junto con su hijo.

Pasaron por otro pueblo. La gente los veía y decía con molestia: ¡Qué abuso! ¡Desdichado burro que carga con el peso de dos personas! ¡Qué desconsideración! Al escuchar esto, el hombre se bajo del burro y desmonto también a su hijo. Se les ocurrió buscar unas cuerdas y una gruesa vara. Ataron las patas del burro, lo colgaron de la vara y siguieron caminando cargando el burro.


Pero nuevamente atravesaron otro pueblo y la gente se reía con ganas:

¿Pero que vemos? ¡Qué locura! Un hombre y un niño cargando a un burro, ¡realmente están locos!


El hombre ya muy enfadado, bajó el burro al suelo, soltó sus patas y montó a su hijo, y dijo: así salí de mi casa y así mejor sigo mi viaje.


Moraleja:
"Es imposible complacer a todo el mundo"

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