Cuento infantil del hueso escondido

Carolina tiene un perro llamado Lucas. Todas las tardes, después de hacer los deberes, toma el collar y lo agita haciendo sonar la cadena y le dice:

¡Lucas! ¡A la calle!

Por el pasillo se oyen sus alegres ladridos. Carolina le pone como puede el collar, pues Lucas no deja de saltar, y corren escaleras abajo; no paran hasta llegar al parque.

Y junto al árbol preferido de Lucas, este, en vez de levantar la patita como siempre, empieza a olfatear por los alrededores.

Carolina entonces le dice:
¿Qué pasa Lucas? ¿Qué estas oliendo?

El perro se le queda mirando pero continua olfateando, cada vez más inquieto. Después se pone a escarbar la tierra.

Carolina le pregunta:
¿Has descubierto un tesoro?

Carolina comenzando a escarbar también y le dice:

¡Déjame sitio, que te voy a ayudar!

Entre los dos hacen un gran agujero, y de repente Carolina nota que sus dedos tocan algo extraño y le dice de nuevo a Lucas:

¡Mira Lucas! ¡Es una caja... de cartón! ¡Vamos a ver lo que contiene!

Carolina abre con cuidado la caja y saca un pequeño y aromático hueso con el que Lucas se vuelve loco de alegría. También hay un trocito de papel doblado, y lleva mensaje: “Para un listo sabueso, de regalo, ¡este hueso!”.

Carolina y su perro regresan a casa. Ella decepcionada y Lucas dando brincos con el hueso en la boca.

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