Cuentan que el camello, insigne en otro tiempo por sus descomunales orejas, se presentó lloroso y compungido al padre de los dioses:
Todos los que me ven, oh Zeus–le dijo–, se burlan de las orejas que me diste; el toro ostenta con orgullo sus temibles cuernos, mientras que yo me hallo indefenso, de todos despreciado, y expuesto a los ataques de mis enemigos.
Sonrió Zeus y exclamó:
—No puedo darte los cuernos que me pides, pero en cambio te quitaré las orejas.
"La envidia no es buena consejera. Cuando quieras mejorar en algo, hazlo con tu esfuerzo y por tu deseo de progresar, no porque tu vecino lo tenga"