Cuento de la musaraña

Había una vez una niña que se llamaba Sofía, cierta ocasión ella y su familia fueron de vacaciones a un camping. En la tienda de campaña colocan los víveres y alimentos, tapándolos para que no se los coman las hormigas.

Esa noche, cuando todo está en silencio, Sofía oye un ruido por donde está guardada la comida, pero no hace caso y se vuelve a dormir. Es al día siguiente cuando se dan cuenta de que hay pequeñas mordeduras en la fruta y las patatas.

Entonces dijo su papá:
¡Esta noche lo taparemos todo mejor!

Al día siguiente descubren con sorpresa que hay nuevos mordiscos en la fruta.

Entonces su mamá dice:
¡Vaya! ¡Tendremos que ponerlo todo en una caja!

Así lo hacen y transcurre la noche apaciblemente. Por la mañana, la mamá de Sofía levanta la tapa de la caja y casi se cae al suelo del susto.

Gritando su mamá, deja caer la tapa:
¡Una musaraña! ¡Socorro!

Sofía, que aún estaba acostada, se levanta de un salto y corre hacia la caja. ¡Por fin conocerá una musaraña! Su padre siempre le dice que está pensando en ellas, y la verdad es que no sabe ni como son.

Sofía abre despacito la caja, y ve unos ojitos que la miran asustados.

Sofía dice:
¡Me gustan las musarañas!

Abriendo totalmente la caja, le dice a la musaraña:

¡Ven, regresa a tu casa! ¡Y si quieres volver esta noche, te dejaré una manzana enterita para ti! ¡Pero recuerda que no debes meterte en la caja de la comida!

La musaraña se va dando saltitos. ¡Pues claro que volverá esta noche!

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