Muchas veces el joven se ve frustrado al no poder continuar con sus planes y tomar otro camino, pues aprenden a comportarse de ese modo debido a la presión que ejerce su familia, grupo de amigos y la sociedad en general. Sin embargo, cabe recordar que no son esclavos ni estamos condenados a aceptar un rol que no va con la persona: pues somos libres para decidir y construir nuestro destino.

Cualquier cambio que se hagan a los roles de sociedad que tratan de imponerse nos es muy bien visto, a menudo, de hecho es rechazada por la sociedad. Pero tanto hombres como mujeres son seres humanos con las mismas capacidades para desarrollarse libremente en lo que se quiera.


Quizá es mala suerte pero, la costumbre de interpretar las diferencias sexuales, como desigualdad de capacidades, derechos, dignidad e, incluso, humanidad, está arraigada en la sociedad desde hace muchos años. Por eso, el reto de los y las jóvenes no es quizá cambiar el mundo, pero al menos si pueden cambiar ellos, para que en la sociedad las diferencias de género no sean utilizadas para someter a uno u otro.


Por eso es necesario avanzar en el respeto a los demás, sin importar sexo, raza, religión, edad ni preferencia sexual. Recuerda, todos son seres humanos y comparten la misma dignidad y los mismos derechos.


Por eso se debe de cuidar las actitudes y ser conscientes del modo en que nos comportamos. Más aún, propiciemos en nosotros mismos y en los demás la incorporación de valores como la solidaridad, el respeto, la atención, la consideración y el dialogo. El propósito es convertir los valores en prácticas cotidianas.