Cuento de un gusano peligroso

Había una vez un gusano de muchos colores que no tenía amigos, hasta que cierto día veía como una pequeña mariquita recorría la hoja sobre la que se había posado.


La mariquita iba y venía, cuando de repente se paró y se volvió hacia el gusano diciéndole:
¿Qué pasa? ¿Tengo monos en la cara?


Respondió el gusano saliendo del escondite:
¡Oh Me has visto!


La mariquita le respondió:
¡Claro que te he visto! Hace falta estar miope para no verte con todos esos colores. ¿Para qué te sirven?


El gusano contestó:
Para que me vean desde lejos. ¡Soy un gusano peligroso!


Dijo en broma la mariquita:
¡Uy! ¡Qué miedo! ¡Pero si tienes cara de súper bueno! ¿Cómo puedes ser peligroso?


Entonces le dijo el gusano señalándose la cabeza:
Mira... ¿Ves estos pelitos de aquí? Pues tienen veneno. Si alguien me toca, le entra muchos picores y le salen granos.


Entonces le contestó la mariquita un tanto preocupada:
¡Vaya! ¡Pues no lo sabía! ¡Bueno! Me tengo que ir...


Lamentándose y llorando el gusano dijo:
¡Siempre pasa lo mismo! En cuanto digo que soy peligroso se van de mi lado.


Conmovida por tal suceso dijo la mariquita mientras alzaba una pequeña flor en forma de campana.
¡No llores! Yo creo que podemos arreglarlo... Toma, ponte este gorro y sujétate esos pelos.


Así lo hizo el gusano, se ató el gorro con unas hebras de hierba y pudieron ser amigos sin peligro.

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