Por lo normal el recién nacido no dispone de recursos para transmitirte su estado de ánimo, dolor, alegría..., así que tiene que hacerlo a su modo, a través del lenguaje corporal: moviendo las piernas y los brazos, arqueándose y llorando.
Incluso antes de aprender los primeros rudimentos de la comunicación, está preparado para rechazar todas aquellas sensaciones que le producen molestias y para seguir tu voz girando su cabeza. Pero también:
• Muestra ansiedad o malestar agitando las manos y las piernas.
• Te indica que tiene hambre introduciéndose la mano en la boca.
Observa especialmente sus ojos. Los bebés y los niños tienen normalmente las pupilas más dilatadas que los adultos. Y cuando tu bebé este particularmente interesado en algo se le dilatara aun más. Míralo atentamente y pronto aprenderás a distinguir qué cosas le interesan y cuando responde positivamente a determinados estímulos.
A medida que vaya creciendo intentara comunicarse utilizando mediante la imitación de tus gestos y señalando las cosas que quiere o el lugar hacia el que desea que lo lleves. Presta atención a lo que intenta decirte y demuéstrale que lo has entendido perfectamente.
Como veras, el pequeño utiliza un lenguaje corporal bastante básico, pero efectivo. Si no desea escuchar como lo riñes se tapara las orejas con las manos, si le enseñas algo que no desea ver, se cubrirá los ojos.
Cómo es la comunicación del recién nacido
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