Diversidad de designaciones de la Biblia

Biblia es una palabra griega que significa propiamente “libritos”. De ahí que se le haya dada el titulo de Biblia, a la colección de pequeños libros que, aun cuando diversos en origen, extensión y contenido, se hallan esencialmente unidos por el significado religioso que tienen para el pueblo de Israel y para todo el mundo cristiano: unidad y diversidad que no se oponen entre sí, sino que se complementan para darle a la Biblia su especialísimo carácter.

Desde tiempos remotos, este libro sin igual ha sido conocido con diferentes designaciones. Así, los judíos, para quienes la Biblia solo consta de la parte que los cristianos conocen coma el Antiguo Testamento, se refieren a ella coma Ley, Profetas y Escritos (cf. Lc 24.44), términos representativos de cada uno de los bloques en que, para el judaísmo, se divide el texto bíblico trasmitido en lengua hebrea:

• Ley (heb. Torah), que comprende los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
• Profetas (heb. neviim), agrupados en:

1. Profetas anteriores: Josué, Jueces, I y 2 Samuel, I y 2 Reyes;
2. Profetas posteriores: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Joel, Amos, Abdías, Jonás, Miqueas, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.

• Escritos (heb. ketubim): Job, Salmos, Proverbios, Rut, Cantar de los Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones, Ester, Daniel, Esdras, Nehemías, 1 y 2 Crónicas.

El referido titulo, Ley, Profetas y Escritos, aparece reducido en ocasiones a la Ley y los Profetas (cf. Mt 5.17) o, de modo aún más sencillo, a la Ley (cf. Jn 10.34).

En el cristianismo, con la incorporación de los libros del Nuevo Testamento y justamente a partir de la manera en que allí se citan los del Antiguo, es común referirse a la Biblia como las Sagradas Escrituras o, de forma alternativa, coma la Sagrada Escritura, las Escrituras o la Escritura (cf. Mt 21.42; Jn 5.39; Ro 1.2). Frecuentemente, con esta última y más breve designación se hace referencia a algún pasaje bíblico concreto (cf. Mc 12.10; Jn 19.24).

Las locuciones Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, en su sentido de títulos respectivos de la primera y la segunda parte de la Biblia, comenzaron a utilizarse entre los cristianos de fines del s. II d.C. sobre la base de textos como 2 Co 3.14. La palabra “testamento” representa aquí la alianza o pacto que Dios establece con su pueblo: en primer lugar, el pacto con Israel (cf. Ex24.8; Sal 106.45); luego, el nuevo pacto anunciado por los profetas y sellado con la sangre de Jesucristo (cf. Jer 31.31-34; Mt 26.28; Heb 10.29).

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