Hay en el campo del Mayab, entre todas las flores sencillas y las hierbas buenas, esa flor alegre del girasol, que es redonda y amarilla y parece que alumbra en el monte.
Aquella flor que parece que te está mirando, no es a ti a quien mira, sino al divino sol. Apenas la boca del día se abre para tragarse la noche, el girasol levanta su frente y se pone a mirar la luz de arriba.
Parece que esa flor humilde ha llegado a tener la figura del sol, porque no mira más que a él, y a él se parece.
Verás como se dobla y da vuelta, poco a poco, para estar mirando al sol que resplandece. Verás como luego, cuando se acuesta el día y entra en el aire la oscuridad, ella se cierra y se recoge para guardar la luz que ha recibido.
Míralo bien y apréndelo. Y cuando encuentres en tu paso esta flor dichosa, no la arranques, sino acaríciala con amor.
El sentir sobre el Girasol
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