Millones de hogares en todo el mundo están adornados con el reluciente y multicolor árbol de Navidad, como un alegre mensaje del Nacimiento del Señor. Sin embargo, son muy pocos los que saben que el origen del árbol de Navidad es pagano y no cristiano, como muchas otras de las costumbres del cristianismo (catolicismo).
¿Por qué se pone árbol en Navidad?
• El árbol de Navidad tuvo su origen entre las tribus paganas del norte de Europa, muchos siglos antes del nacimiento de Jesucristo. Las características principales de ese árbol, su follaje verde y las luces que lo adornan, estuvieron asociadas con el solsticio de invierno, cuando la naturaleza parece muerta y las ramas verdes de algunos árboles se usaban en un rito mágico destinado a propiciar el retoño de las plantas y la victoria de la luz sobre las tinieblas.
• Posteriormente, se consideró al árbol como el descendiente directo del “árbol del mundo” de los escandinavos, cuyas ramas y raíces, según su mitología, unían el cielo, la tierra y el infierno. Para los escandinavos, el árbol era el símbolo de la duración y la renovación de la vida, y el verde de sus hojas era el emblema de la inmortalidad.
• Los egipcios usaban hojas de palma con doce brotes como la expresión sagrada de la terminación del año y del triunfo de la vida sobre la muerte.
• En las fiestas saturnales que los paganos de Roma celebraban hasta los primeros siglos del cristianismo, se decoraban las casas y los templos romanos con follaje verde, que enmarcaba las imágenes de los dioses. Aquellas fiestas, que caían precisamente en el solsticio de invierno, se celebraban en honor de Saturno, el dios romano de la vegetación y de la fertilidad. Era una época de buena voluntad hacia todos; las escuelas se cerraban y no podían librarse batallas, estaba prohibido infligir castigos corporales y quedaban de lado las distinciones de clase y de categoría social.
• También los judíos celebraban en el invierno la Fiesta de las Luces, y durante ocho días consecutivos sus casas estaban alumbradas por las velas que ardían en los candelabros de ocho brazos.
El cristianismo (catolicismo) conocía todas estas tradiciones. Los Padres de la Iglesia comprendieron que era imposible arrancarlas de raíz y entonces actuaron con gran prudencia: conservaron la antigua institución pagana del árbol verde y las luces, pero le dieron una interpretación completamente nueva. Como una justificación para el cambio, los Padres de la Iglesia citaban al Profeta Isaías que había vaticinado el día en que “La gloria del Líbano vendrá a ti (al pueblo de Dios); el ciprés, el árbol del pino y el árbol del boj, vendrán a embellecer mi lugar Santo”.
• Por otra parte, hay varias leyendas que relatan el origen del árbol de Navidad como símbolo del nacimiento de Jesucristo.
• Se dice que las tribus del norte de Europa, al convertirse al cristianismo, conservaron en el árbol de Navidad un resabio de su antigua superstición. Adornaban un pino o cualquier otro árbol de hojas perennes, con objetos brillantes y velas encendidas y danzaban y cantaban alrededor.
• Se dice también que cuando San Bonifacio llegó a las tierras de Alemania, procedente de Inglaterra, para convertir a los paganos, estaba decidido a arrancar de raíz toda herejía. Cuando llegó a la ciudad de Geismar predicó la nueva doctrina y, para demostrar con los hechos sus propósitos, cortó de raíz un encino sagrado donde los habitantes del lugar iban a depositar sus ofrendas. San Bonifacio cortó el encino la víspera de la Navidad sin una intensión especial. Pero al ver que numerosos pobladores se amotinaban y aun trataban de atacarlo, predicó de nuevo sobre el tema de que había venido al mundo el Hijo de Dios para salvar a los hombres y que era necesario desterrar a todos los que se hacían pasar por dioses para adorarlo tan solo a él. El entusiasmo y la energía del santo resultaban contagiosos y cuando lo oían predicar y lo veían trabajar se sentían impulsados a colaborar con él.
• En Geismar sucedió lo mismo. Los pobladores ayudaron a San Bonifacio a plantar un pino en el lugar donde se encontraba el encino sagrado, y el santo adornó con luces y con espejos aquel arbolillo y lo señaló como símbolo del nacimiento del Hijo de Dios, que venía al mundo a traer la vida y la luz de la verdad.
• A partir de entonces, en la época de Navidad, el arbolillo verde, iluminado y adornado con objetos brillantes, alumbró todas las casas de Escandinavia, de Alemania y de otros países del norte de Europa. En la mitad del crudo invierno europeo, con sus largas noches frías y oscuras, el verde de las ramas del pino o del abeto simboliza la vida eterna que trajo Cristo al mundo, la perpetúa primavera de la esperanza; las velas encendidas y los objetos brillantes, representaban el advenimiento de la luz y de la gloria de Dios. También se acostumbraba colgar del árbol o amontonar a sus pies, diversos regalos que llenaban de alegría a los niños y a los ancianos.
• Desde Alemania se extendió la costumbre del árbol de Navidad al mundo entero. Los emigrantes que fueron a establecerse a otros países, los marineros y los mercaderes que los visitaban, difundieron la costumbre. Desde principios del siglo XIX, Inglaterra, que se mostraba reacia a adoptar el árbol de Navidad porque el escritor Carlos Dickens lo había calificado de “nuevo juguetito alemán”, se unió a la costumbre.
• El príncipe consorte, esposo de la reina Victoria, quiso sorprender a su pequeño hijo con un recuerdo de su Alemania natal y mandó poner un gran árbol de Navidad en el castillo de Windsor. El ejemplo real fue seguido por todos los ingleses, y el árbol navideño se difundió por todos los dominios de Inglaterra.
• Hoy, el árbol de Navidad sigue alegrando los hogares en muchos países del mundo y con su verdor perenne, es el símbolo de la vida que trajo Cristo.