La especial relación que Dios establece con su pueblo es sin duda la proclamación que el Deuteronomio subraya con mayor énfasis. El Señor, ciertamente, es el Dios creador del cielo y de la tierra (Dt 10.14); pero, sobre la exclusiva base de su amor, escogió Dios a Israel para establecer con él una particular alianza.
Antes que el propio Israel fuera llamado a la existencia, ya Dios lo había elegido en los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, a quienes prometió que sus descendientes heredarían la tierra de Canaán (Dt 6.10; 7.6-8).
El cumplimiento de la promesa está permanentemente contemplado en el horizonte del Deuteronomio, al evocar, por una parte, los hechos que pusieron fin a la esclavitud de Israel en Egipto y, por otra, los muchos prodigios de que el pueblo fue testigo durante los años del desierto.
Y ahora, junto a la margen oriental del Jordán, cuando ya el cumplimiento de la promesa está a punto de convertirse en una espléndida realidad, Moisés exhorta a los israelitas a que libremente se atengan al compromiso a que el pacto de Dios los obliga:
“Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a El Señor, tu Dios, atendiendo a su voz y siguiendo lo a él” (Dt 30.19-20).
Al amor de Dios, Israel debe corresponder con su entrega total y sin reservas, acatando la divina voluntad: “Amarás, pues, a El Señor, tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días”.
Esquema del contenido:
1. Primer discurso de Moisés (1.1-4.49)
2. Segundo discurso de Moisés (5.1-11.32)
3. El código deuteronómico (12.1-26.19)
4. Bendiciones y maldiciones (27.1-28.68)
5. El pacto de Dios con Israel (29.1-30.20)
6. Últimas disposiciones. Muerte de Moisés (31.1-34.12).
Muy interesante analisis. bendiciones.