La cabra suelta en el huerto andaba comiendo alfalfa.
Perejil comió después, y después tallos de malva.
Era blanca como un queso, como la Luna era blanca.
Cansada de comer hierbas, se puso a comer manzanas.
Nadie la vio, sino yo. Mi corazón la miraba.
Ella seguía comiendo flores y ramas de salvia.
Se puso a balar después, bajo la clara mañana.
Su balido era en el aire un agua que no mojaba.
Se fue por el campo fresco, camino de la montaña.
Se perfumaba de malvas el viento cuando balaba.
cansiones de copla infantiles