Antiguamente en el pueblo de los griegos era común otorgar un título a sus soldados, se lo entregaban cuando se graduaban, en este título se encontraban sus privilegios o prerrogativas. Estaba fabricado de dos placas de bronce empalmadas y dobladas la una sobre la otra.

Por esta razón, a este título se le conoce como diploma, la cual es una palabra salida del verbo griego diploo: que quiere decir doblar.


En la actualidad estos diplomas ya no los hacen de bronce ni de placas metálicas dobladas una sobre la otra. Los diplomas acreditan un logro alcanzado, un merito otorgado por cierto tiempo. Pero lo indiscutible es que los diplomas se siguen entregando, porque ellos ya son parte de nosotros, en distintas ocasiones nos motivan y alientan nuestras fases de la vida.