Cuando por más propósitos que se hace siempre se termina en lo mismo: riñendo, lamentablemente para el común denominador de la gente, es usual que esto pase.
Para realmente controlar la ira, es necesario utilizarla en algo provechoso, a fin de cuentas, la ira es energía acumulada que no ha salido adecuadamente y que por ende el día que sale a flote lo hace de mala manera.
Recomendaciones para manejar episodios de ira:
• La recomendación más grande es evitar inmiscuirse en situaciones que de antemano se sabe provocan ira, si ya se tiene conocimiento de la ira incontrolable que vence a la persona, entonces se tiene cierta idea de que motiva dichos episodios.
• Generalmente este tipo de episodios, dejan más problemas que soluciones.
• La presión laboral y familiar suelen ser los detonantes perfectos para que salga lo furioso de alguien, básicamente el sentir esa presión por algo que no anda bien, desencadena una serie de molestias internas que finalmente explotan.
• Experimentar la vergüenza de un episodio de ira, es lamentable, porque se quisiera borrar con una disculpa el mal hecho, definitivamente lo mejor es pensar antes que equivocarse pero sobre todo enfrentar las consecuencias.
• Conformarse con lo que paso no es opción, se debe pensar a conciencia en algún mecanismo para solucionar la incontrolable ira, antes que provoque un verdadero problema.
• Encauzar las energías extras que permiten expresar violentamente la ira hacia una actividad física o intelectual que sea desgastante, solo así se acabara al menos en parte dicho problema, o por lo menos se puede iniciar a combatirlo.
• Encarar con valor las consecuencias que provocaron una mala acción, es decir, si en el momento de expresarse con violencia se actúa con un valor más bien cobarde, a la hora de enfrentar las repercusiones debieran evitarse la cobardía para que emerja el verdadero valor.
• No basta con disculparse con la parte ofendida, si pasado algún tiempo se vuelve a repetir, la mejor disculpa es dejar las palabras de lado y pasar a los hechos.