El reinado de Salomón ocupa una extensa porción de la primera parte de esta obra (1 R2.12-11.43), donde se hace evidente el interés del autor en realzar la personalidad del rey.
Recuerda su inteligencia y sabiduría, las riquezas que atesoró y las grandiosas construcciones que impulsó; entre otras, el complejo de edificios amurallados del palacio real, las enormes caballerizas de Meguido, las ciudades-campamento y, destacando sobre todas ellas con especial relieve,el Templo que hizo construir en los terrenos adquiridos por David a tal efecto (2 S 24.18-25).
Esta “Casa de El Señor”, santuario único de Israel, habría de tener una importancia sin par en la vida religiosa y en la cultura del pueblo, tal y como lo expresó el mismo Salomón en su plegaria durante la ceremonia de dedicación del Templo (1 R 8.23-53).
En contraste con las espléndidas realizaciones del reinado de Salomón, 1 Reyes descubre algunos aspectos personales que desdoran su imagen. Entre ellos, la conducta apóstata y poco ejemplar del monarca y su actitud permisiva ante la penetración en Israel de cultos paganos eidolátricos.
Porque Salomón, a fin de consolidar su poder, y conforme a los usos y costumbres de la época, estableció acuerdos políticos y comerciales con naciones vecinas tomando por esposas a princesas extranjeras (1 R 7.8; 11.1-3); de modo que tuvo muchas mujeres no israelitas, “las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses”, y cuando llegó a la vejez, “sus mujeres le inclinaron el corazón tras dioses ajenos”, de modo que adoró ídolos y les erigió santuarios (1 R 11.4-8).
También informa 1 Reyes acerca del alto costo de las construcciones promovidas por Salomón. Para sufragarlas se recurrió a la imposición de tributos públicos, que convirtieron en realidad las advertencias de Samuel acerca de la institución de una monarquía en Israel (1 S8).
Considerados por muchos como cargas en extremo onerosas, dieron lugar a un clima de tensión que no tardó en extenderse por todo el país. Aquel descontento, agravado con el renacer de viejas desavenencias entre los territorios del norte y del sur (2 S 20.1-2), pronto quebró la frágil unidad política a alcanzada en el reinado de David (2 S 2.4; 5.1-3).
Una ver narradas las circunstancias en que se produjo la ruptura de la unidad nacional bajo el gobierno de Roboam (1 R 12) y la fundación del reino del norte, Reyes aborda en forma paralela las historias de Judá y de Israel, separadas para siempre e incapaces de superar su mutua hostilidad. Los reyes de uno y otro reino aparecen alternativamente, encuadrados en fórmulas literarias que se repiten en cada caso y siguiendo el respectivo orden dinástico. En general, el autor no entra en pormenores, sino que se limita a relacionar o describir algunos de los hechos más significativos de los monarcas y a juzgar su conducta sobre la base de la ley de Moisés. Estos juicios revisten la máxima severidad. Tratándose de Judá, se aprueba el comportamiento de algunos reyes que siguieron los pasos de David, como Asa (1 R 15.11), Josafat (1 R 22.43), Ezequías (2 R 18.3), Josías (2 R 22.2) y otros; pero son muchos más los que merecen el veredicto de reprobación: “Hizo lo malo ante los ojos de El Señor” (1 R 15.26; 22.52; 2 R 13.2).
En cuanto a los monarcas de Israel, ninguno queda libre de un juicio tan grave como: “Anduvo en el camino de Jeroboam, y en el pecado con que este hizo pecar a Israel” (1 R 15.34).
Jeroboam I (929-909 a.C.) es propuesto así como prototipo de infidelidad al Señor y a la unicidad de su Templo en Jerusalén. ConJeroboam I se inicia la cadena de infidelidades de los reyes del norte, que provocan la ira deDios y arrastran al reino a su trágico final del año 721 a.C.: “En el año nueve de Oseas, el reyde Asiria tomo Samaria y llevó a Israel cautivo a Asiria” (2 R 17.6; 7-23).
La situación política de Israel adoleció siempre de gran inestabilidad. En sus algo más de dos siglos de existencia (929-721 a.C.), el reino contó nueve dinastías para un total de diecinueve reyes, muchos de los cuales llegaron al trono usando de medios violentos.
En Judá, por el contrario, los reyes que se sucedieron durante los tres siglos y medio de permanencia del reino (929-586 a.C.) fueron todos descendientes de David, a excepción de la reina Atalía, que, habiendo usurpado el trono, logró mantenerse en él durante seis años.
La última parte de Reyes (2 R 18-25) está dedicada a los tiempos siguientes a la caída deSamaria y la desaparición del reino del norte. Se distingue en estos capítulos la época de Josías, a causa de la reforma religiosa que él impulsó, pero que, pese a su importancia, no bastó para contenerla desintegración moral y política de Judá (2 R 23.26-27). Después de Josías, la sucesión monárquica se encaminó directamente hacia su dramático final con la destrucción de Jerusalén y el exilio babilónico.
Inscrita en el marco histórico de Reyes, corre también la vida de algunos profetas. Objetode singular atención son Elías (1 R 17 y 2 R 1) y Eliseo (2 R 2.1-8.15; 13.14-20), los dos grandes representantes del profetismo; pero a su lado figuran también los nombres de otros profetas, quevan de Natán (1 R 1.45) a Hulda (2 R 22.14-20) pasando por Ahias de Silo (1 R 11.29-40), Semaias (1 R 12.21-24) e Isaías (2 R 19.20-20.19).
Dado el carácter narrativo de los libros deReyes, el autor atiende especialmente a mostrar la actitud de los profetas en momentos de importancia decisiva para la historia de Israel. No se limita, pues, a recoger y transmitir el mensaje profético como tal, sino que presenta a los profetas en su personal relación con el acontecerhistórico.
De particular significación son los pasajes en que un profeta se enfrenta con un reypara echarle en cara su conducta y su falta de fidelidad al Señor (1 R 18.16-19; 21.17-29; 2 R1. 15-16).
En la Biblia hebrea, los libros de Reyes están integrados en el grupo de los denominados Profetas anteriores. Esto significa que, aun cuando en principio sean catalogados estos escritos como género narrativo, su propósito, más allá de lo puramente histórico, es proyectar una reflexión profética desde la base de una etapa de la historiade la salvación.
Aquí es evidente la influencia de la teología del Deuteronomio, que insiste en la fidelidad a la Torah como fundamento necesario para que se cumplan en el pueblo de Dios las promesas recibidas de paz y prosperidad (Dt 28.1-14; y 2 R 21.8.
Lo mismo que Samuel y Crónicas, también Reyes es una sola obra compuesta de dos volúmenes. Esta división del texto no se debe a ningún plan previo, sino que es más bien artificiosa, hechaen el s. III a. C. por los traductores de la Septuaginta.
El autor de Reyes se sirvió de diversas fuentes, los archivos del Templo, y también de un número desconocido de narraciones contemporáneas relativas a los profetas. De modo expreso, el texto alude a algunos documentos perdidos hasta hoy para la investigación histórica:
• Libro de los hechos de Salomón: 1 R 11.41
• Libro de las historias de los reyes de Israel: 1 R 14.19
• Crónicas de los reyes de Judá: 1 R 14.29
excelente muy bien explicado suficiente contenido para entender por que estamo aqui...
muy cghebre ke agan esto