Cómo debe ser la lactancia

Si durante el embarazo la mujer acostumbró a hacer una dieta rica y variada, no es necesario que introduzca demasiados cambios por el hecho de que esta amamantando. Cabe recordar ingerir unas 500 calorías más que durante el embarazo.


En la alimentación no deben faltar las proteínas sobre todo las de primera calidad; estas se encuentran sobre todo en la carne, la leche y los huevos. Conviene que tome entre 60 y 80 gramos de proteínas, 80gr de lípidos y 340 de carbohidratos, la principal fuente de energía.


Ningún alimento es perjudicial para el bebé, salvo el alcohol y el tabaco. Sin embargo, el sabor poco agradable de alguno de ellos pasa a la leche; este es el motivo por el cual pesan sobre las madres muchas prohibiciones respecto a lo que pueden o no pueden comer mientras amamantan.

Algunas de ellas más bien pocas tienen su razón de ser: no conviene comer ajos, espárragos o coles, no porque le produzcan flatulencias al bebé sino porque dan a la leche un sabor desagradable.


También la levadura de cerveza goza de cierto predicamento; en cuanto a la cerveza, bajo ningún concepto es aconsejable, no porque produzca burbujas en la leche, como creen algunas madres, sino porque el alcohol pasa a la misma y es perjudicial para el bebé.


Hoy sabemos que, efectivamente, ciertos alimentos estimulan la secreción láctea. Ello se debe a que, al dar a la leche un sabor agradable, los bebés chupan con más fuerza y fruición. No olvidemos que la succión es el principal estimulo de la lactancia: cuanto más chupa el bebé, mayor será la producción de leche.


La naturaleza ha previsto mecanismos de ajuste para qua la secreción latea se adecue a las necesidades del bebé. Por lo tanto, no existen leches buenas o malas; simplemente suficientes o insuficientes.

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